Como explica la Wikipedia, la ética del “Hazlo tu mismo” o DIY (“Do It Yourself”) estuvo asociada originalmente a la ideología Punk y los movimientos anticapitalistas, que rechazaban la idea de tener que comprar a otros las cosas que se necesitan. Aplicado en rigor, significaría fabricar y/o reparar las cosas por uno mismo, con el fin de ahorrar dinero, entretenerse, aprender o, simplemente, practicar la ética de la autonomía.
Pero en la actualidad esta filosofía se ha expandido a otros ámbitos, incluyendo, paradójicamente, enfoques de negocio que buscan precisamente diversificar y flexibilizar la capacidad del capitalismo para adaptarse a un nuevo contexto en el que la ciudadanía, y los clientes, reclaman más control sobre la oferta.
La lectura más empresarial del modelo DIY consiste en convertir un producto o servicio cerrado y completo, en una oportunidad de aprendizaje, satisfacción y autonomía para el usuario, que es ahora quien lo concibe, fabrica, integra y/o completa usando las herramientas, materiales, piezas y/o instalaciones que facilita la empresa como parte de su oferta de valor.
Cabe insistir que la filosofía DIY tiene muchas lecturas y formas de aplicarse. Aquí nos estamos limitando al más empresarial. De hecho, se podría cambiar el enfoque para explorar miradas alternativas como la llamada “Cultura Maker”, que pone el énfasis en el aprendizaje a través del hacer en un ambiente social, y en impulsar prácticas de autoconsumo.
El DIY suele asociarse sobre todo a compartir trucos, ideas e inventillos para bricolaje, manualidades, decoración del hogar o reparaciones domésticas. Pero en este molde hablamos de modelos de negocios realmente innovadores. Se trata de una filosofía que está suponiendo una oportunidad de generar nuevos modelos de negocio que conceden más protagonismo a los clientes/usuarios.
Aunque el concepto pone el énfasis en la idea de la autogestión, está siendo promocionado por las empresas como estrategia para dar salida a productos que de otra forma costaría vender, con la idea de diversificar su cartera, o para diferenciarse. Por eso, en este molde nos centraremos solo en dos dimensiones del DIY (lo que, insistimos, puede ser una mirada demasiado limitada): 1) Ofrecer la posibilidad de AUTOSERVICIO, 2) Facilitar la PERSONALIZACIÓN a la carta.
Cuando pensamos en términos de “autoservicio”, una parte de la creación de valor se transfiere al cliente a cambio, habitualmente, de un precio más bajo del servicio o producto. Esto es especialmente adecuado para los pasos del proceso que agregan relativamente poco valor percibido para el cliente pero que, en cambio, generan altos costes para el proveedor. Este es el caso, por ejemplo, de IKEA, que deja en manos del cliente la elección y ensamblaje de las piezas de sus muebles. O negocios como McDonald’s, que fue de los primeros en trasladar a los clientes la lógica de autoservicio en sus establecimientos.
La línea de “personalización”, asociada al DIY, trata de implicar a los clientes o usuarios en el diseño y la composición de la oferta final, generándole así cierta sensación de control sobre lo que recibe. La estrategia más extendida para conseguir esto son los sitios-web que proporcionan a los clientes el soporte necesario para elegir entre múltiples opciones y participar en el co-diseño de la oferta que desean.
Un enfoque más rico, y pleno, para experimentar lógicas de DIY es conectarla con la cultura maker, y los aprendizajes vitales que ésta genera. Por ejemplo, una empresa de muebles que, en lugar de vender “su” mueble, invita al cliente a que traiga su propio diseño y lo fabrique él mismo siguiendo un modelo de “fábrica abierta”. Otro caso sería que en lugar de contratar a una empresa el envío de un profesional que vaya a tu casa a arreglarte el jardín, te ofrezca un paquete que incluya equipamiento + semillas + insumos + formación para que te conviertas en tu propio jardinero.
Los motivos u objetivos que las empresas buscan con innovaciones del tipo “hazlo tu mismo” pueden ser muy variados. Éstos son, en principio, los cinco más frecuentes:
Piensa, entonces, en qué ámbitos de tu negocio puedes explotar alguna de las cinco motivaciones u objetivos citados antes.
Para trabajar este molde te invitamos a hacerte estas preguntas pensando siempre en tu organización y/o proyecto de empresa:
Para ayudarte en la reflexión y el uso de este molde, inspírate en los siguientes ejemplos:
¿quieres huevos frescos?
Cereales personalizados
juguetes DIY
Kits para tejer