En las familias sabemos que es difícil hacer comer a algunos bebes y que esto requiere de mucha paciencia. A menudo hay casi que realizarles actos teatrales para lograr este objetivo con éxito.
Gamificar, como ya definimos en el molde, es “aplicar mecánicas propias de juegos en contextos ajenos a estos con el objetivo de incentivar un determinado comportamiento”, y esta idea es perfectamente aplicable al famoso “avioncito para bebés”, que solemos usar padres y madres para que nuestros pequeñines se coman la papilla.
Lo de “ahí viene el avioncito” ha sido una táctica que hemos usado siempre para que, jugando, los bebés estén más dispuestos a comer. Sabiendo esto, a alguna empresa se le ocurrió convertir esa tradición en un producto vendible, “de diseño”, combinando unas alas de plástico con la cucharita de bebé. De esa manera transformaron una simple cuchara en un avión para, con ella hacer maniobras de piloto, verdaderas acrobacias aéreas, “gamificando” así la experiencia de comer.
La cuchara con forma de avión cuando se puso en venta por primera vez fue un éxito comercial, se vendió como churros, y sigue ocurriendo. La combinación de colores y formatos atrae la atención de los bebés, y se ha convertido en un producto de regalo muy valorado.
Este ejemplo tan sencillo es una metáfora en sí mismo, porque demuestra que hay muchas oportunidades de desarrollar productos que contribuyan a “gamificar” actividades que pueden ser tediosas o incómodas para algunos colectivos de usuarios o consumidores.