THE SPEED CAMERA LOTTERY

Juegos que premian el buen comportamiento

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¿Respetarías los límites de velocidad si, a cambio, te pudiera tocar un premio? Suecia lo intentó con la lotería del radar…

Esta iniciativa innovadora fue puesta en marcha por Volkswagen y la Agencia Nacional de Seguridad Vial de Suecia en Estocolmo. Se trataba del clásico sistema de radares que te avisan de la velocidad a la que vas y toman una foto de tu matrícula. La diferencia fue que además de multar a los que excedían la velocidad máxima, se premiaba a los que no lo hacían. Los que respetaban el límite pasaban a formar parte de una lotería en la que te podía tocar todo el dinero recaudado con las multas de exceso de velocidad.

Un magnífico artículo de Josep Camós, en motorpasion.com, explica los detalles de esta iniciativa, así como sus posibles limitaciones. Repasamos el texto por su interés.

La “Speed Camera Lottery”, o lotería del radar, es un conocido experimento que se realizó en Estocolmo en 2010. Durante tres días, un radar de la capital sueca sirvió para trabajar de forma lúdica con el cumplimiento del límite de velocidad. ¿Transformar el cumplimiento de la ley en algo divertido? Divertido, e incluso rentable: si cumplías con la norma, te podía tocar un premio de 2.000 euros obtenidos con las multas que se imponían a los infractores cazados por el radar.

El experimento fue la iniciativa ganadora de un concurso de ideas llamado The Fun Theory, convocado por Volkswagen para promover un compromiso entre la responsabilidad y la diversión. El ganador de este concurso fue el californiano Kevin Richardson, que recibió 2.500 euros por su idea «Recompensar el cumplimiento de las señales de limitación de velocidad».

¿Mirar hacia el infractor o reconocer al conductor que cumple las normas? Esta fue la cuestión. La propuesta de Richardson ofrecía una lectura en positivo de las multas: entroncaba con la necesidad de evitar prestar demasiada atención a los infractores, potenciando en cambio el reconocimiento de aquellos conductores que cumplían los límites. «Conducir legalmente y ganar dinero: ¡es perfecto!», explicaba un conductor sueco a ABC News, y seguramente su testimonio era representativo de lo que podría pensar cualquier conductor si recibiera dinero por cumplir con la ley. ¿A quién le amarga un dulce?

Cuando los conductores pasaban por el punto elegido, podían observar dos escenarios posibles: que la pantalla mostrara un símbolo de pulgares arriba o que la pantalla mostrara un símbolo de pulgares abajo. En caso de obtener un pulgar hacia arriba en la señal, el conductor podía optar al premio económico enviando un SMS a los organizadores con su número de matrícula.

La zona elegida para llevar a cabo esta insólita lotería del radar no fue cualquier calle. Aquel tramo tenía la velocidad limitada a 30 km/h debido a la afluencia de peatones. En caso de atropello, la variación de la velocidad tenía una repercusión muy acusada en la probabilidad de los daños que sufriría el peatón.

Durante los días que estuvo en marcha la Speed Camera Lottery, 24.857 vehículos fueron captados por el radar, y en Volkswagen afirman que la velocidad media bajó de 32 km/h a 25 km/h, esto es, un 22 %. En una avenida desierta es posible que el resultado no hubiera sido significativo, pero el punto en el que se realizó el trabajo, tiene su relevancia.

Dicho esto, el autor de la reseña reconoce que este tipo de iniciativas tiene un alcance relativo, porque se topa con el “problema de la permanencia”, y se hace esta pregunta: ¿Qué garantiza que cuando se retiren las luces de colores, y la promesa de un premio, los conductores respetarán los límites?

El refuerzo positivo que promete la lotería del radar tal vez sea insuficiente por este motivo. Un cambio de actitudes debe dar lugar a unas actitudes permanentes, y esta permanencia es posible cuando el conductor trabaja sus valores para alinearlos con la seguridad. Con una lotería del radar, sin un cambio de actitudes que derive en una actitud de respeto a las normas permanente en el tiempo, lo más probable es que, pasados unos días, una vez que se acaba el efecto de la insólita experiencia, los conductores vuelvan a sus vidas, y las velocidades, a ser tan respetadas o no respetadas como antes de llevar a cabo el experimento.

Fuente: motorpasion.com

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