El término “Slow Fashion” fue acuñado por la investigadora y activista del diseño Kate Fletcher en el año 2007, cuando publicó un artículo en el sitio web The Ecologist. En él, afirmaba que «lento no es lo opuesto a lo rápido, no hay dualismo, sino un enfoque diferente en el que los diseñadores, compradores, minoristas y consumidores son más conscientes de los impactos de estos productos en los trabajadores, las comunidades y los ecosistemas«.
No es una tendencia de temporada, sino un movimiento en favor de la moda sostenible que está ganando cada vez más adeptos. Este movimiento se basa en los mismos principios que el de la comida lenta (Slow Food), como alternativa a la ropa producida en masa (es decir, la Fast-Fashion). Inicialmente, el movimiento procuró rechazar toda la ropa producida masivamente, refiriéndose sólo a ropa hecha a mano, pero se ha extendido para incluir muchas interpretaciones y es practicado de varias maneras.
Algunos ejemplos de prácticas de “moda lenta” son estos:
El movimiento Slow Fashion es una representación unificada de todos los movimientos de moda sostenible, eco, verde, y ético. Promueve la educación acerca de la conexión e impacto de la industria de la ropa en el ambiente y el agotamiento de los recursos, busca desacelerar la cadena de suministros para reducir el número de tendencias y temporadas, promover la producción de calidad y devolver un mayor valor a las prendas que remueva la imagen de desechable que tiene la moda. Busca primar la calidad sobre la cantidad.
La «moda lenta» propone que los compradores sean más conscientes de las prendas que consumen, ya que la idea es adquirir piezas producidas con materiales de buena calidad y confeccionadas en un tiempo prudente, al contrario de lo que suelen hacer las marcas de «fast fashion», que en sus sucursales presentan nuevas colecciones cada dos semanas.
El «slow fashion» hace que las prendas tengan una mayor duración en el clóset del comprador, ya que no se deterioran con facilidad y, además, el consumidor paga un precio justo con respecto al trabajo que realizó el diseñador al confeccionar la ropa. Esto último se relaciona directamente con las precarias condiciones laborales de quienes confeccionan las prendas de las compañías de «moda rápida», ya que al tener un ritmo de producción tan veloz, estas necesitan llenar sus colgadores con nuevas colecciones.
Un claro ejemplo de esto es la muerte en 2013 de más de mil personas en un edificio en Bangladesh, el que colapsó porque sus instalaciones se encontraban en deficientes condiciones. El inmueble albergaba cuatro fábricas textiles, varias de las cuales producían prendas para marcas de retail conocidas a nivel mundial.
Lo que hace el ‘slow fashion’ es volver a lo antiguo, en el sentido de proponernos determinados tipos de prendas que no necesariamente estén de la mano de las tendencias, que tengan la capacidad de ser atemporales y heredables.
Fuente: Emol.com