La información de la calidad medioambiental es una preocupación pública, de interés general, pero hacemos poco para facilitar que sea más accesible. Cuando se publican datos, suelen ser complejos de entender y la ciudadanía tiene que hacer un esfuerzo para informarse bien.

Esto se puede resolver mejorando el diseño de los “interfaces” que usamos para transmitir esa información. Un ejemplo icónico es la iniciativa francesa del “Ballon de París”, un gigantesco globo de unos 150 metros de altura que cambia de color en función de la calidad de aire de la ciudad. Para ello usa cinco colores (rojo, naranja, amarillo, verde claro y verde oscuro) que cambian en tiempo real según el efecto combinado de tres tipos de datos recogidos por Airparif: dióxido de carbono, ozono y partículas en suspensión. 

De esa manera, un residente de la ciudad solo tiene que echar una mirada al globo, desde el sitio donde esté, y según el color que tenga sabrá cómo está la salud medioambiental de su ciudad cada día. Además de informarse de un modo más sencillo, el globo ayuda a que los parisinos tengan más presente la importancia del medio ambiente.

Este ejemplo nos sugiere las enormes oportunidades que tenemos por delante, tanto en lo público como en lo privado, para diseñar dispositivos de interface que “transparenten” información de interés para los usuarios, lo que generaría mucha confianza y credibilidad, tanto a gobiernos como a marcas comerciales.