La cocina del famoso chef catalán es creativa, y ha conseguido el prestigio internacional que tiene, precisamente por la mezcla. Ferrán Adrià es un maestro de las combinaciones imposibles, y ese es el gran secreto de su creatividad. Ha sido capaz de fusionar la escuela de vanguardia con la tradición catalana/española, el arte con la restauración, el concepto de “taller” con la cocina, e incluso hacer ciencia o I+D en el ámbito culinario con la llamada Gastronomía Molecular.
Le llaman “el genio de los contrastes” por sus combinaciones raras e inimaginables de texturas, materias primas, temperaturas, sabores, conceptos, etc. Basta con echarle un vistazo a los menús de El Bulli (ahora temporalmente cerrado) para comprobar que el placer sublime para los sentidos que hizo de este restaurante el más prestigioso del mundo nació de la combinación más atrevida: mezclar piezas raras, mientras más raras, mejor.
Todo lo que hace Adrià parece un “Parque Temático de la Gastronomía”, o como alguien ha dicho, un “festival de materias, colores, sabores, texturas, temperaturas, combinaciones, presentaciones, guiños, juegos y sorpresas”. Su trabajo busca deliberadamente crear texturas imposibles, combinaciones inimaginables, temperaturas inusuales. Todo aparentemente desestructurado para generar emoción e ilusión. Con el maridaje busca una experiencia memorable, que conmociona, por su creatividad desbordante.
La Gastronomía molecular es una forma nueva de cocinar, donde se aplica la ciencia. Se aplican principios científicos (físico-químicos) para desarrollar nuevos platos así como esferificaciones, gelificaciones, batidos, emulsiones, espumas. El “taller” pone lo artístico, y el “laboratorio” lo científico. Un placer sublime para los sentidos que nace de la combinación.
Un ejemplo de las mezclas sorprendentes de este maestro de la hibridación se puede apreciar en este listado (real) de platos que ofrecía como menú en El Bulli. Es fácil darse cuenta del principio de “a más rara la combinación, mejor”: