Existe una tendencia a la sobreespecificación de los productos de electrónica del hogar que está generando cierto rechazo en un segmento importante de los consumidores que no necesitan tantas funcionalidades. Esta creciente complejidad hace los productos más caros y menos intuitivos. Algunas empresas están apostando por “la poda” de funciones, para dejar las mínimas: ese 20% de botones que se pulsa el 80% de las veces.
Un ejemplo interesante de simplificación es el que hacen las compañías con los teléfonos para la tercera edad. Nuestros mayores comienzan a tener dificultades para recordar números, utilizar la tecnología y el software que puede ser demasiado complicado para ellos, o sufrir dificultades con la vista para poder usar los actuales teléfonos con mini pantallas y mini botones, por lo que mejorar la facilidad de uso del software y la pulsación de las teclas ayuda muchísimo y son los principales puntos a tener en cuenta. Por ejemplo, a un segmento relevante de los mayores les puede interesar menos utilizar Internet, o la cámara de fotos o mandar sms, ni necesitan poder poner tonos y politonos complejos, ya que con un simple sonido ring clásico les resulta suficiente.
Pero, en general, se puede decir que los mandos a distancia, como ejemplos de interfaz que gestionan la relación entre los usuarios y los productos electrónicos, suelen ser mucho más complejos y sofisticados de lo que deberían. En el diseño de estos dispositivos hay enormes oportunidades de simplificación que pueden marcar la diferencia entre las distintas opciones de productos que elija el consumidor.