El principio de Pareto es conocido como la regla 80/20, y tiene su origen en las observaciones realizadas por Vilfredo Pareto, que descubrió que el 80% de los resultados se deben habitualmente al 20% de las causas. Esto quiere decir que lo esencial está en ese porcentaje relativamente tan bajo, mientras que el resto puede ser casi trivial. Y si es así, entonces el reto está en identificar ese 20% que realmente importa, y enfocarse en eso.
Este principio puede trasladarse a diferentes ámbitos de la vida, y es una de las claves del arte de la simplificación. Como unas pocas acciones son las que generan la mayoría de los resultados, si identificas cuáles son esas acciones o elementos de tu actividad, puedes reducir el número de actividades, servicios o prestaciones de tu producto a ese conjunto clave.
Esto no implica necesariamente que deban dejarse de lado el otro 80%, que posiblemente incluyan tareas interesantes, pero sí que no debemos prestarle tanta atención. Por ejemplo, si el 20% de los clientes nos proporcionan el 80% de la facturación, lo más lógico sería cuidarlos de forma especial. Esa estrategia de concentración de la atención casi siempre simplifica la gestión del esfuerzo comercial.