Hay electrodomésticos que ganarían mucho si fueran transparentes, no solo por estética, sino porque eso podría aportarle un valor práctico para el consumidor. De eso se trata.
Un ejemplo claro sería la tostadora, que siendo transparente puede ser mucho más vistosa que los modelos convencionales, pero que, además, y esto es lo más interesante, permitiría que se pueda ver en todo momento cómo se están tostando las rebanadas de pan, para que no se pasen como suele ocurrirnos mucho cuando no podemos ver qué está pasando en su interior.
Algunas empresas están comenzando a comercializar líneas de electrodomésticos transparentes, que van desde frigoríficos o lavadoras, hasta aires acondicionados totalmente transparentes. Un ejemplo curioso es el de la secadora transparente, donde puede verse la ropa “volando” dentro del equipo, lo que se convierte en una experiencia divertida para el consumidor.
Disponer de un frigorífico o nevera transparente, además de ser estéticamente impactante, puede ser útil para ahorrar energía, porque no tienes que abrirla para saber lo que tienes dentro, o qué te falta. Con mirar desde fuera, ya tienes esa información. Claro, esto viene bien para las personas ordenadas, porque si no lo eres, se va a notar.
Es importante analizar, antes de “transparentar” un producto, si esa propiedad realmente mejora la experiencia del usuario. Si bien esto era evidente en la tostadora, ¿qué pasaría si hiciéramos un váter transparente? Desde luego, no parece nada conveniente.