Una “prueba de embarazo” es una técnica usada para la búsqueda de los signos que permiten confirmar un embarazo. Consiste en detectar la presencia de la hormona gonadotropina coriónica humana (hCG) en el plasma materno o en la orina, y es el procedimiento que aporta quizá el mayor nivel de probabilidad de diagnóstico confiable.
El Predictor es probablemente el kit de diagnóstico más famoso y utilizado del mundo, y la mejor metáfora para explicar el molde de “productizar”. Fue inventado en 1971, y cambió radicalmente la forma en que las mujeres se realizaban la prueba del embarazo. A partir de su aparición ya no hacía falta dirigirse a un laboratorio para hacerse el test, ni esperar tiempo para conocer el resultado.
Con el lema “Hágalo usted misma”, se vende por primera vez en 1974, en cinco países europeos. Margaret Crane, la inventora del Predictor (aquí se cuenta la historia), puso en manos de las propias mujeres el conocimiento de algo tan íntimo como el embarazo. Gracias a que se convirtió en un producto dispensable en farmacia, ya no era necesario acudir a un médico y esperar semanas al resultado, sino que lo podían saber con discreción en su propia casa. Por su parte, la primera empresa que lo desarrolló consiguió colocar en las farmacias un “servicio” paquetizado que antes exigía una infraestructura y un personal que a partir de entonces se ahorraba.
De venta masiva, a lo largo de estos años el famoso test de embarazo ha sufrido grandes modificaciones para facilitar la comodidad y aumentar la sensibilidad de reacción de las pruebas y asegurar la máxima fiabilidad de los resultados y así desterrar la duda de miles de mujeres que necesitaban una respuesta certera y rápida.