Varios países del mundo han cambiado su legislación para favorecer el aumento del número de donantes de órganos, algo de lo que España es líder. Desde una ley aprobada en 1979, nuestro país invirtió la lógica de donación de órganos, al establecer que todo/as somos donantes “por defecto”, a menos que expresemos lo contrario.
El número de donantes potenciales se multiplica si en vez de tener que expresar por escrito que quieres donar, tienes que hacerlo para negarte. El “silencio” personal implica, de facto, aceptar ser incluido en la base de datos de posibles donantes. Para evitarlo, la persona tiene que manifestar en vida su negativa a serlo, que es algo que hacen muchas menos personas.
Esto, en la práctica, hay que matizarlo, porque como señala el director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT): «en la práctica, en casi todos los países con este tipo de leyes, lo normal es consultar a la familia, que es la que suele tener la potestad final para que se donen o no los órganos«.
Por eso, esta práctica es conocida como «consentimiento presunto», dado que significa que todos los ciudadanos son donantes por defecto, y la única manera de anular este consentimiento es expresar en vida la oposición a serlo, o que los familiares se opongan a la donación.
Esta “lógica invertida” no siempre se usa para fines positivos. Se dan abusos de esta práctica por parte de empresas que obligan a las personas usuarias a tener que manifestarse para no recibir publicidad o para que no se usen sus datos personales., cuando debería funcionar al revés, que esos derechos estén garantizados “por defecto.