Donde pone “frío”, probemos con “calor”, y viceversa. Eso es lo que a alguien se le ocurrió hacer con el concepto de “bufanda”, un bien utilizado para proteger del frío a una zona sensible del cuerpo como es el cuello.
La idea apareció como una necesidad del ejército, no se sabe bien quién fue el primero en utilizarla, si el británico o el norteamericano, pero la “bufanda de enfriamiento” se concibió para aliviar del calor a los militares que operan en zonas desérticas o donde la elevación de temperaturas puede poner en riesgo su vida.
Inspirados en la bufanda, se ideó una banda o pañuelo, que se coloca en el cuello y es altamente efectivo para el enfriamiento corporal. Funciona por evaporación. Se sumerge en agua durante unos 15-25 minutos, y debido a su tejido especial, permite que los policristales absorban y retengan un gran volumen de líquido, lo que hace que la “bufanda” se mantenga fresca hasta 3 días. Ofertas más realistas reconocen una reducción de la sensación térmica de entre 6 a 12°C durante 5-10 horas.
Cuando se usa, el agua retenida se evapora y extrae el calor del cuerpo creando un efecto de enfriamiento incrementado por la refrigeración.